El debate que nadie ganó

1 comentarios
En la madrugada del viernes al sábado se celebró el primero de los tres debates que enfrentarán al candidato republicano John McCain con el senador demócrata Barack Hussein Obama. El sábado mi nuevo colaborador, The Insider, ya dejó una crónica del debate excelente.

Personalmente, como sabréis, no me gustan especialmente ninguno de los dos candidatos, aunque prefiero que gane John McCain para que el avance socialdemócrata en EEUU se anule. Aunque parece que en el Partido Republicano también hay un avance intervencionista – las últimas actuaciones de la administración Bush lo confirman –, John McCain dio mejores soluciones económicas que las de su rival socialdemócrata.

Dijo McCain que “hay muchos problemas en nuestro sistema”. No sé a qué sistema se referirá, pero espero que no sea al capitalismo. Antes que echarle la culpa a un sistema – en EEUU es una idiotez porque no hay socialismo ni comunismo – convendría echársela a un par de gobiernos algo keynesianos. La cosa comenzó con el incomparable Clinton y ha ido aumentando hasta que Bush, por no ser una excepción, se convirtió a nuestro amigo Keynes. Pero está claro que McCain no le va a echar la culpa a su presidente actual porque no tiene los bemoles de otro republicano como, por ejemplo, Ron Paul, el cual atiza a troche y moche a su actual partido (aunque parezca raro en España, en USA es más corriente de lo que parece).

En Seguridad y Defensa, como era de esperar, todos los analistas ha coincidido en que ha ganado McCain. Es natural, puesto que Obama ahí pierde todo su “encanto”. Como dijo algún que otro analista, si yo tuviera a algún familiar mío en Irak votaría a McCain. Precisamente cuando salió el tema de la Guerra de Irak, donde parece ser que McCain también se impuso, empezó una pantomima. La de sacarse cada candidato un brazalete de un soldado muerte y contar distintas historias que dijo la madre del fallecido. En el caso del brazalete de McCain, la madre le pidió que la muerte no fuera en vano; en el caso de Obama, le pidió que no hubiera más brazaletes así. Rayando el electoralismo más absurdo de los últimos tiempos, se quedaron tan contentos con sus respectivos brazaletes. A pesar de todo, he de decir que McCain siempre queda más convincente porque todavía no tiene esa familla de Judas Iscariote que recorre a Obama cada vez que dice que hay que hablar con dictaduras comunistas pseudo-bolcheviques.

Precisamente en política exterior Obama presumió de lo que no tenía que presumir: de llevarse bien con Zapatero. ¡Pues vaya cosa! Como en EEUU Zapatero tiene buena fama, tanta que se le recuerda por faltar el respeto a los valores patriotas de EEUU – algo que allí, al contrario que aquí, se tiene muy en cuenta – y nada más. McCain le sacó a Raúl Castro, Ahdmadineyah y otros grandes regímenes donde la libertad prima por todo lo demás. La conclusión es que estuvo un pelín más fuerte McCain.

Lo cierto es que también debo de ser de los pocos que le da mejor impresión hablando McCain que Obama. Obama tiene la fama de buen orador, de buena imagen... Lo segundo lo admito, porque es más joven, lo cual conlleva menor experiencia, algo que no me gusta para dirigir la empresa del gobierno. Sin embargo, lo de buen orador es mentira. O soy yo u Obama es tartamudo, porque no para de estar dubitativo cada vez que habla. ¿Soy el único que lo nota?

Conclusión: ganó McCain por poco. Habrá que esperar a los demás. Es, en realidad, el debate que nadie ganó.

EL SEÑOR DE LA ENCINA ORTEGA, UN SINVERGÜENZA

1 comentarios

Cuando el 29 de agosto de 2008 vi algo de la comparecencia de la Ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, en la Comisión de Fomento del Congreso de los Diputados, para que informase sobre el accidente del avión de Spanair, el famoso y trágico vuelo JKK5022, que ocasionó la terrible pérdida de 154 vidas humanas, me encontré con una desagradable sorpresa y no es otra que, y siendo muy generoso, con la desafortunada intervención del portavoz socialista en esa Comisión, el Sr. Salvador de la Encina Ortega. Una intervención por la que se hace merecedor a su autor de calificativos como "miserable", "indeseable", "indigno" o "sinvergüenza".

Aunque escuchar las palabras de Su Señoría me produjo una tremenda indignación, lo que me quedaba de vacaciones me ha servido para escribir este artículo en frío. Por eso, antes de lanzarme al ruedo, miré el principio de la intervención de la portavoz popular, Soraya Sánez de Santamaría, que es la que me perdí, por si había algún comentario desafortunado, que podría haber sido utilizado por el Excmo. Sr. de la Encina para proferir semejante diatriba. De las palabras de la popular no hay nada que objetar, incluso ha dado muestras de una actitud ejemplar diciendo cosas como:
"No es el momento de anticipar conclusiones sobre las causas del accidente, ni de tratar de imputar precipitadamente responsabilidades ni culpabilidades a nadie. Venimos todos a trabajar, venimos a ayudar, venimos a arrimar el hombro, venimos a contribuir con nuestro trabajo a esclarecer la verdad. Es nuestra obligación para con los 154 fallecidos, con los 18 supervivientes, con las familias de todos ellos y con todos los españoles." o "Le pedimos al Gobierno que inste lo necesario para que a esos huérfanos, a esas víctimas, a esos heridos con necesidades económicas o que queden en una peor situación de dependencia se les dé un tratamiento especial. Le pido también que su Gobierno esté vigilante para que no se demore en el pago de las indemnizaciones de los seguros ni tengan especiales padecimientos para llegar a cobrarlo en el momento oportuno. Especialmente yo le pido a su Gobierno sensibilidad, sensibilidad con los afectados y con sus familiares, que reciban todos ellos la información adecuada. Entiendo que no toda se pueda dar en todo momento, pero hay que tratarles con sensibilidad y con cariño y ponerse en su piel. Que se vean arropados por todos nosotros en su derecho legítimo, son las familias, a conocer lo que ha pasado."

En cambio, el representante socialista no tuvo ningún reparo en soltar lo siguiente: "Y por último, por qué no, el Grupo Parlamentario Socialista también quiere dar un reconocimiento a la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, y a su equipo, aquí presente hoy, por dar la cara unas horas después de que ocurriera el accidente y aquí, hoy, transcurridos tan solo nueve días del mismo. Esto, que podría parecer baladí, señorías, no lo es, no es de menor consideración. Los que ya somos veteranos en esta Cámara y más concretamente en esta Comisión, como es mi caso durante las últimas cuatro legislaturas, hemos podido ver y a veces sufrir como demócratas que, cuando entre el año 1996 y 2004 ocurrían accidentes aéreos —lo digo de verdad con aprecio y cariño a los grupos parlamentarios—, como el del 25 de mayo de 1998, con 38 fallecidos, en Melilla; o el de Málaga, de 2001, con 4 muertos, los ministros de Fomento del anterior Gobierno no comparecían en el Congreso de los Diputados para dar ningún tipo de..." y "No comparecían para dar ningún tipo de explicaciones sobre los accidentes aéreos, como se está haciendo hoy aquí. Por lo tanto, aquí nadie puede negar de partida que hemos mejorado también en calidad democrática, en transparencia, en participación y sobre todo en decir la verdad, tal y como en su momento se comprometió con los españoles el presidente Zapatero. Otro Gobierno en momentos distintos, con accidentes aéreos o militares, con muertos…"

Es una clara demostración de una manera de hacer política basada en el todo vale. ¿Cómo se puede tener tan poca talla política y personal, que, aun estando reciente el accidente, tiene la felonía de hacer demagogia con accidentes pasados, sobre todo del Yak-42, intentando realizar inoportunas comparaciones? ¿No se da cuenta de que se debe de trabajar para mejorar la vida a los ciudadanos y corregir los errores del pasado? ¿Qué se puede esperar de un personaje que lleva cuatro legislaturas viviendo cómodamente de su condición de diputado, que se ve obligado a hacer méritos para mantener los privilegios?